
- ¡Alex, levántate! - Grito una voz femenina desde afuera de cuarto.
Mire con fastidio la puerta. Lentamente camine hacia mi armario y saque unos shorts y una playera blanca. Me cambio, me puse mis queridisímas converse negras. Gire el pomo de la puerta con sumo cuidado y asome mi cabeza sigilosamente.
- Despejado - dije en voz baja mientras salia y me dirigía al baño.
Mi misión era simple. Debía pasar toda la mañana, y parte de la tarde, apartada de la mirada de Kim; de esta manera, ella se olvidaría de nuestro "inolvidable" día juntas.
- ¡HOLA! - Grito una voz chillona, haciendo que gritara y cayera derechito al piso.
- ¡KIM!. Creí que ya te habías ido - dije sobando la zona afectada.
- ¿Crees que pasaría este día tan especial sin ti? - pregunto con una rara sonrisa en el rostro.
- Eso esperaba... - dije para mi misma, levantándome del suelo
- ¿Que dices?
- Que... tengo que lavarme. Nos vemos - y me encerré en el baño.
Suspire y apoye mi oreja contra la puerta, se oían pasos alejarse. Suspire otra vez. Enserio no quería ver a un estúpido quinteto de adolescentes. Pero debía reconocerlo, Kim había hecho mucho por mi, y nunca dejaría de agradecerle.
Ella me salvo de un problema muy grande: La vida. Mi madre murió cuando tenia apenas 6 años, mi familia nunca había sido de muchos recursos, pero cuando mi mama murió la situación comenzó a empeorar. Un día mi padre había sido acusado de robo, por lo que yo, a la corta edad de 10 años, me vi sola frente a los peligros de las calles de Nueva York.
No todo fue malo desde que esa "tragedia" había pasado. Gracias a eso pude conocer a mi mejor amigo, Mitch, que pasaba por una situación similar...
Juntos hacíamos todo tipo de barbaridades: engañar era nuestra actividad favorita.
El día que conocí a Kim, había sido un día difícil, apenas había conseguido unos centavos y aun no sabia donde dormiría esa noche.
Ahí fue cuando la vi. Vestía de manera elegante y se veía bastante perdida, era el blanco perfecto, así que fuí directamente hacia ella he hice lo que mejor sabia hacer.
- Disculpe, señorita - llame toncandole el hombro - No he comido nada en días y hace ya una semana que estoy deambulando sola. ¿Podría prestarme su teléfono para llamar a casa? - pregunte fingiendo ser tímida e indefensa.
- ¡Claro!. Y luego te iras corriendo con mi teléfono y mi bolso, ¿no es así? - dedujo mirándome a los ojos.
Esa chica había adivinado mi plan sin haber movido un solo dedo. ¿Es que era tan obvia?, no, eso era imposible, llevaba 7 años viviendo de eso, no podía fallar. ¿Entonces, que fue lo que paso?
- Esta bien, tómalo - me entrego su bolso - Ahora puedes irte si quieres.
No sabia que hacer, así que solo me limité a mirarla de una manera un tanto desafiante.
- Se que no eres así, pero debes tener una buena razón para hacerlo - dedujo.
Hizo una mueca de asquerosidad cuando me vio de pies a cabeza, ¿realmente me veía tan mal?. Eso, definitivamente, era otro imposible, hace poco que le había "comprado" la ropa a una chica en la playa, pero al parecer para esta barbie no era suficiente.
- Soy Kimberly West, puedes llamarme Kim - saludo levantando su mano lista para un apretón.
- Alexandra - mire con desconfianza - Alex - corregí y estreche su mano.
- Bien, Alex. Tengo un trato para ti - informo tomando su bolso - Soy nueva en N.Y. y es obvio que no tienes un lugar donde viv...
- ¡Al punto niña! - ordené.
- Obviamente pareces saber mucho sobre Nueva York y mi departamento tiene espacio para una persona mas así que...
Esta chica, aparentemente de mi edad, vivía sola y me proponía ir a vivir con ella para que le enseñe Nueva York, a mi, a la persona que hace un momento iba a robarle.
- ¡Vamos!. No muerdo, solo he venido por estudios - informo.
Tenia que ser cuidadosa, ¿pero que si esta chica decía la verdad?, después de todo, Nueva York es una ciudad muy peligrosa para una recién llegada.
- ¿Por que haces esto? - pregunte curiosa.
- Digamos que tengo un talento para detectar buenas personas, aunque intenten aparentar lo opuesto - esta ultima frase lo dijo para si misma, pero yo logre oírla.
Kim comenzó a caminar. Ahora que lo pensaba, tal vez no tenia mucho dinero, de lo contrario no le estaría pidiendo ayuda a una extraña.
- Mi casa es por aquí, vamos - animo.
Así comenzó nuestra bonita amistad, luego de tres años viviendo juntas me di cuenta que, de verdad, ella no era la gran cosa. Habia llegado a N.Y. por una beca en una escuela superior, de todas formas habría sido un error robarle en aquel momento.
Tenia una inmensa deuda con ella, así que, cuando me entere que su grupo favorito ofrecería un concierto en Nueva York, no dude ni un minuto, junte lo poco que tenia, y le compre un par de boletos para que ella y una amiga fueran a verlos, desgraciadamente, no conté con que la única amiga que Kim tenia, era yo.
Así que ahí, encerrada en el baño, me dispuse a pensar en un plan de escape. Hoy tenia muchas cosas que hacer y ver a 5 chicos no estaba en la lista, ¿que podría inventarle a Kim para que no se moleste?.
Me mire en el espejo, note mi mirada cansada y mi cabello castaño estaba totalmente despeinado... ¡lo tenia!. Fingiría estar enferma...
Rápidamente me lavé, me peiné y salí del baño fingiendo que había vomitado.
- Aaahhh, aahhhhh - me quejaba.
- ¡No me vas a engañar! - grito Kim desde la cocina - Ahora baja, el desayuno esta listo - aviso.
¡Rayos! ¿Como es que siempre adivinaba todos sus planes mucho antes de que empiecen?.
Resignada, bajé a la cocina para ver un increíble festín.
- ¡Wao! - exclamé boquiabierta - ¿Kim, por que hiciste todo esto?
- Porque eres mi mejor amiga y por...
- ¡No lo digas! - corté - Iré contigo.
Demonios, enserio no tenia escapatoria... tenia que cumplir con mi condena.
- Y bien. ¿A que hora llegan? - pregunté tratando de calcular mi tiempo.
- A las cinco de la tarde - emociono - Pero debemos estar ahí a las tres, no sabes la cantidad de chicas que habrán.
Suspiré. Vi mi plato lleno de comida y me lo trague todo en cuestión de segundos, necesitaba salir.
- Ok, ya que aun tenemos tiempo saldré un rato a WIMB'S - avise y salí de la casa sin dejar que mi compañera responda.
Las calles de Nueva York estaban mas llenas de lo que normalmente estaban. ¿Acaso a esos 5 chicos les gustara tener tanta mujer detrás de ellos? ¿No se aburrirán? . Resoplé y me acomodé un mechón rebelde detrás de la oreja, acto seguido me dispuse ir a WIMB'S.
Caminaba con tranquilidad, admirando el paisaje que se formaba a mi alrededor. Tantos años de allá para acá que nunca me había detenido a admirar la belleza de los lugares en los cuales había estado, y pensar que si no fuera por Kim aun seguiría sin hacerlo.
WIMB'S no estaba muy lejos de casa, así que llegue en aproximadamente unos treinta minutos. Toque la puerta.
- ¡Alex!. Creí que habías pedido el día libre - Saludo Mitch apenas abrió la puerta.
- Yo también lo había creído - suspiré.
- ¿Oye, hoy no tenias esa cosa con Kim? - Pregunto dejándome pasar y cerrando la puerta.
- Aun tengo esa cosa con Kim - corregí.
Y aun no podía creer lo que estaba dispuesta a hacer por esa chica de cabellos rubios y mirada marron. Todo porque ella sea feliz...

- Ten, toma esto - Mitch me lanzo un mandil que se amarraba en la cintura.
Lo entendí perfectamente, por eso había venido aquí después de todo.
WIMB'S es un pequeño restaurante muy conocido por esta zona, casi siempre esta lleno, a excepción de fechas importantes o los días en los que el jefe esta de malas...
El día se paso rápido y sin darme cuenta estaba comenzando a hacerse tarde, las mañanas en WIMB'S siempre se pasaban rápido gracias a Mitch.
- Alex, ya son las 4 - me dijo Mitch.
- ¡¿Que?! - exclamé asustada - ¡Oh por Dios! ¡Kim me matara! - exclamé quitándome el mandil a una velocidad sorprendente y dejándolo caer donde sea, me apresuré a salir por la puerta trasera.
- ¡Alex! - Grito Mitch a lo lejos.
No tuve tiempo de responderle, necesitaba llegar rápido Corría y corría por las extensas calles de N.Y. sin darme cuenta que había dejado algo muy importante en el restaurante: mis llaves.
Demasiado tarde, me faltaba poco para llegar y no encontraba las malditas llaves.
- ¿Donde están? - me preguntaba sin dejar de correr mientras me tanteaba los bolsillos del short.
Genial, había llegado a la casa y aun no encontraba las llaves.
- ¿Buscabas esto? - pregunto una Kim al pie de la puerta con un objeto de metal en sus manos.
- ¡Kim! - exclamé sin saber que decir - ¿Como las encontraste?. Creí que...
- Las dejaste en WIMB'S, Mitch vino en su moto y me las dio - explico.
- ¿Eh?. ¿Dijiste en su moto? - pregunte molesta pensando que Mitch pudo averse ofrecido a llevarme.
- El dijo que te llamo pero no le hiciste caso. Así que vino el.
Una mala jugada del destino. Otra de las cosas que no entendía era cuando mi mala suerte por fin estaría dispuesta a abandonarme.
- ¡Vamonos ya! - exclamo Kim jalandome del brazo.
No me dio tiempo ni de disculparme por llegar tarde, cuando me di cuenta ya estaba sentada en un taxi con dirección al aeropuerto.
No paso mucho tiempo hasta llegar, la verdad es que a mi se me había hecho eterno, ya que Kim no podía dejar de hablar de lo maravillosos que eran aquel quinteto de jóvenes.
La verdad es que yo no era fan de la música, como cualquier persona escuchaba unos que otros cuantos mixes, pero de ellos nunca había oído. Tal vez por su ajetreada vida.
- ¡Llegamos! - exclamo extremadamente emocionada Kim.
- Nunca pensé ver a tantas chicas ruidosas reunidas - Bromee.
- ¡Vamos! - me volvió a jalonear Kim, ignorando mi comentario.
Habían muchos guardias de seguridad en aquel lugar, tantos que no pudimos llegar siquiera a la puerta. Pasada una hora y diez minutos, la multitud de chicas comenzó a gritar estruendosamente e instantáneamente me puse de pie, ya que me había sentado en el piso cansada de tanta espera, me levante y pude apreciar a Kim, también gritando.
- ¡Son ellos! ¡Son ellos! - gritaba eufórica Kim.
- Kim no te emociones mucho, no se puede ver nada desde aquí, cinco manchitas a lo mucho - recordé.
Y no era del todo mentira. Tuve que ponerme de puntas para alcanzar a ver, al menos, cuatro cabezas que pasaban sonriendo y dando besos a todas las chicas. ¿Cuatro?. ¿Donde estaba el quinto?.
Era estúpido todo esto, ellas ni siquiera los conocían y aun así les gritaban "Te amo" o "Quiero casarme contigo" y, aun mas sorprendente, ellos les respondían con locuras similares.
Algo comenzó a vibrar en el bolsillo trasero de mis shorts, cuando eso pasaba algo no andaba bien.
De: Mitch Para: Alex Hora: 05:13
Mensaje: Noel esta aquí, quiere a todos los empleados. ¡Ven rápido!
Resoplé. Volteo para mirar a mi mejor amiga gritar como loca una vez mas, me escabullo entre la multitud y logro salir. Seguro que Kim no se molestaría, ya la vería en casa y seguiría escuchando todos sus disparartes.
Luego de una eterna jalda de cabellos, empujones y arañazos logré salir casi sana.
De nuevo mi celular estaba vibrando, esta vez era una llamada. ¿Que debía hacer?. Si contestaba, Mitch me diría que me apresure y lo menos que quería era seguir siendo mandoneada; si no contestaba... no importaba.
Decidí no contestar pero ir, como siempre, corriendo hacia WIMB'S.
Un pie y luego el otro. Apunto de cruzar la pista. Una luz. Un golpe. Oscuridad
~~~
¡Aun no puedo creer que estén a escasos metros de mi! ¡One Direction estaba en la ciudad, bebe!.
Estaba admirando su belleza cuando una chica detrás mio comenzó a empujarme.
- ¡Quítate! - grito mientras me empujaba.
No necesitaba pelear, yo tenia cerebro... o eso decían mis papas. Pude notar que justo detrás de la chica había un chico de unos 19 años, ya tenia mi idea.
Antes de salir de aquella multitud, trate de acercarme lo mas sigilosamente posible a aquella chica y tuve la oportunidad de poner mi mano en su parte trasera y automáticamente salí de ahí.
- ¿Que crees que haces? - grito la alocada chica.
- ¿De que hablas? - pregunto el chico.
Hacia un esfuerzo sobre humano por tratar de contener mi risa. Me daba un poco de pena tener que sacrificar a ese chico, pero nadie se metía entre One Direction y yo...
Pasados unos 10 minutos de total locura, One Direction se subió a su limusina y se marcharon siendo seguidos por los centenares de chicas que estaban en el aeropuerto.
Decidí no seguirlos, ya que seguramente Alex deseaba irse desde hace rato. Voltee la mirada para buscarla y no estaba, seguro estaría en la tienda o en el baño. Trate de llamarla pero su celular me mandaba directo a la contestadora. ¿Donde se había metido?.
Busque en todos lados: la cafetería, los baños, las tiendas... nada. Empezaba a preocuparme.
- ¿Donde estas? - me pregunte a mi misma tratando de imaginar otro lugar en el que podría estar.
Una multitud de personas reunida en medio de la pista y una ambulancia llamo mi atención.
Tal vez Alex este de chismosa por ahí.
Definitivamente estaba ahí, pero no como espectadora...
Tirada en el piso, desmayada. Así se encontraba mi mejor amiga. Rápidamente me abrí paso entre la multitud y me arrodille junto a ella e inesperadamente, comencé a llorar.
- ¡Alex! ¡Alex despierta! - llamé sacudiéndola con lagrimas en los ojos.
- ¡Señorita, no haga eso! - llamo la atención un paramédico - Aun no sabemos si podría tener un hueso roto - informo - ¿Quien es usted?.
- Su compañera de cuarto - logre decir con voz temblorosa - ¿Que fue lo que paso? - dije levantándome del piso y limpiándome las lagrimas con la muñeca. Tenia que aparentar ser adulta.
- Fue atropellada mientras cruzaba la calle, le recomendamos no moverla por favor. Nosotros nos ocuparemos de esto - indico, acto seguido se fue con sus compañeros y empezaron a bajar la camilla.
La veía ahí desmayada, tan frágil, tan tranquila, tan todo lo que ella no era, e inmediatamente mi vista se fijo en el auto que aun estaba parado ahí. Al parecer el conductor no había bajado aun, ya que un policía le tocaba la ventanilla negra diciéndole todo lo ocurrido.
No aguante mas y me dirigí furiosa contra aquel auto azul, automáticamente tome la tonfa del policía y la estrelle contra la luna para el asombro de todas las personas allí presentes.
- ¡Da la cara, cobarde! - ordene furiosa.
Me quede sin habla al abrir la puerta de ese auto. Un chico rubio se encontraba con los brazos sobre la cabeza, posiblemente para cubrirse de los vidrios. No era posible, era un sueño, el no...
¡Niall Horan había atropellado a mi mejor amiga!
- Señor, baje del auto - ordeno el policía mientras me quitaba la tonfa de la mano.
Niall parecía estar en shock, sus ojos estaban muy abiertos, sus pupilar dilatadas, estaba mas pálido de lo normal y no dejaba de temblar. Estaba tan asustado que casi se cae bajando de su propio auto, así que el policía lo ayudo e inmediatamente le puso las esposas detrás de la espalda. Parecía no darse cuenta de lo que estaba pasando.
Me entretuve un buen rato viendo el pequeño show que montaban, hasta que una enfermera se acerco a mi y me pregunto si iría con Alex al hospital.
- Si, claro que si - dije y puse un pie dentro de la ambulancia.
¿Que estaba haciendo?. No podía dejar a ese ángel allí, con todo este peso encima y en ese estado.
- ¡Señor! - Llame al policía.
Vi que el policía le dijo unas cuantas palabras a Niall, pero no logre escuchar que.
- Dígame, señorita - contesto amablemente.
- ¿Que hará con el? - pregunte señalando a Niall, que seguía en estado de shock.
- Lo llevaremos a la comisaria e investigaremos el accidente. A raíz de eso decidiremos que hacer con el. La mantendremos informada - informo.
¿Realmente era capaz de dejar a una persona así, después de lo que me ofrecí a darle a Alex unos años atrás?.
Abrí la boca para responder pero algo, o mejor dicho, alguien me interrumpió.
- ¡No, por favor! ¡Déjeme ir con ella al hospital! - parecía como si a Niall se le hubiera desanudado la lengua - ¡Esto fue mi culpa! ¡Quiero saber como estará la chica! - suplico.
- Usted ha cometido un delito, necesito llevarlo a la estación - insistió el oficial.
Se estaba empezando a formar una discusión entre el oficial y Niall, la ambulancia apunto de irse...
- ¡Oficial! - llame la atención - Déjelo venir conmigo, no levantare cargos contra el...
Oí al policía lanzar maldiciones en voz baja y a Niall suspirar muy fuerte.

- ¡Esta bien! - exclamo enfurecido - Pero esto queda bajo su responsabilidad - le quito las esposas a Niall, se subió a su auto, azoto la puerta y se fue.
- ¡Rápido!. La ambulancia se ira - apure.
Ambos subimos al auto rápidamente, los enfermeros cerraron la puerta y nos dirigimos camino al hospital.
No hay comentarios:
Publicar un comentario